Nos invade el mal gusto
Por Paz Domingo
Hay una corriente invasora de mal gusto que
está arrasando con la elegancia propia del ritual taurómaco. La chabacanería
que definen a estilos y formas propios de camaradas, grupos, colectivos, ideologías
y demás impulsos asociativos es un hecho catastrófico puesto que la ramplonería
se impone y ahora asalta a lo más inalcanzable, por extremadamente diferente,
que corresponde al mundo colorista y metódico que es el espectáculo de los
toros. De todos es sabido, y también admirado, que la estética del ritual
taurino es peculiar, única, asimétrica a todo y definida por parámetros de alta
sofisticación. Es lo que la hace atractiva a aquellos artistas que perciben
este preciosismo como un lugar poco común en el que buscan inspiración.
A esta genialidad estética y artística -que
se ha sabido preservar desde hace siglos- puede quedarle un minuto de gloria.
Así, pues, se puede hablar del mal gusto que poco a poco nos va a carcomer la exclusividad
y nos meterá de cabeza en la vulgaridad universal. Y como no hubo lance bueno
que llevarse a la boca, pues procede ensañarse un rato con tanta grosería, con
la zafiedad de los desplantes, con las espontaneidades trasladadas del fútbol,
con los compadreos a la vista de todos, con las malas artes defensivas, con los
comentarios divulgativos para enseñar el toreo al revés, con la ponderación de
la mediocridad…
Es bochornoso que estos tres jovenzuelos
tan bien preparados, tan llenos de promesas, tan ricos de ilusiones, no
supieran aportar un poco de técnica para ponerse de frente y por derecho antes
tres juanpedros nobletones,
carretones y dulzones que se salvaron de la criba que hicieron a la ganadería
titular de Guadaira. Es afrentoso que ninguno de los tres pudiera resolver con
elegancia y criterio las posibilidades de genio y algo de casta de los otros
tres novillos de Montealto, pues los tres animales se fueron inéditos al
desolladero con nefastas y sanguinolentas estocadas en los lomos y con el
orgullo de saber estar por encima del mal gusto.
Todo el mundo entiende que no se debe cargar
las tintas sobre las actuaciones de estos muchachos, entre otras cosas por
educación. Pero es que el mal gusto rebasa lo admisible. La mercadotecnia
postiza y ruin -en la que son educados- ha hecho de ellos seres engreídos en la
nada. Los tutores -que empeñan sus desvelos para que estos jóvenes florezcan en
el escalafón- son tan insaciables que les trae sin cuidado si estos chicos
tienen capacidad de defenderse delante de un toro. Una buena enseñanza debe
partir siempre de la verdad y aunque -a nadie parece importarle mucho este
asunto- está claro que tampoco nadie se interesará por las mentiras. Y, sobre
todo, el buen gusto, la torería, queridos torerillos, es algo que no se
aprende. Se tiene, o no se tiene. Si se tiene, mejor que mejor. Si no se tiene,
se respeta. Que no es poco.
Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. 26 de
mayo de 2014
Decimoctavo festejo de la Feria de San
Isidro 2014.
Tres novillos de Guadaira (titular en los
carteles) y tres de Montalvo para los novilleros Román (que sustituía a Martín Escudero),
Gonzalo Caballero y Posada de Maravillas.
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