Que
nos den… tila
Por Paz Domingo
A quienes les quede un poco de afición que les den… tila. A quienes sientan algo de nostalgia, aunque sea aséptica, por este vapuleado mundo de toros, que se vayan preparando una dosis letal, que les va a hacer falta. Y a quienes pretendan hacernos comulgar con este fantoche de fiesta, por favor, que tengan la amabilidad de meterse en vena un jeringazo de pulcritud. Veamos.
La situación es la siguiente. Empieza el revoloteo de ferias; presentación de carteles de lujo que no hay por dónde cogerlos ni comprarlos; comunicados personales que se hacen públicos; y públicos que no se entienden; grotescas presentaciones de temporadas que dan poco que hablar; programaciones que nacen para ser reinventadas y dar una lección a los incrédulos; modernidades varias que huelen a rancio desatino; plazas que no se llenan ni regalando la entrada; figuras que no atraen ni a las moscas; toritos buenos que dan la risa tonta; es un no parar…
A quienes les quede un poco de afición que les den… tila. A quienes sientan algo de nostalgia, aunque sea aséptica, por este vapuleado mundo de toros, que se vayan preparando una dosis letal, que les va a hacer falta. Y a quienes pretendan hacernos comulgar con este fantoche de fiesta, por favor, que tengan la amabilidad de meterse en vena un jeringazo de pulcritud. Veamos.
La situación es la siguiente. Empieza el revoloteo de ferias; presentación de carteles de lujo que no hay por dónde cogerlos ni comprarlos; comunicados personales que se hacen públicos; y públicos que no se entienden; grotescas presentaciones de temporadas que dan poco que hablar; programaciones que nacen para ser reinventadas y dar una lección a los incrédulos; modernidades varias que huelen a rancio desatino; plazas que no se llenan ni regalando la entrada; figuras que no atraen ni a las moscas; toritos buenos que dan la risa tonta; es un no parar…
De
tanto ajetreo, llevo varios días a base de tisanas dobles y tan placenteros
efectos están surtiendo que ya me da casi todo igual. Vamos, que me resbala lo
que antes me inflamaba o, mejor dicho, que si se empeñan en pasar el rodillo
para dejar la fiesta más rasa que una noche de verano pues ¡adelante!, que no será
por falta de ancho de vía. Que quieren hacer la cosa de esta farsante manera,
¡pues tienen Castilla a discreción! Pero no me cuenten milongas. No me digan
que de ese público tan rico, tan mono, tan influido de tendencias saldrá el
futuro aficionado porque ha presenciado una faenita de un presunto Superman a
un probable toro y en la cual el primero ha molido a mantazos con su capa roja
al segundo, sencillamente porque se dejaba. No me digan que la escena les excita
hasta el delirio porque para mí que se aburren como todo quisque, incluso más. No me digan que esta fiesta es emocionante
cuando la realidad invita a pasarse a las líneas enemigas y pirómanas. No me
digan que todo este empeño de los responsables políticos, empresariales y demás
personajes del estamento taurómaco responde a la voluntad de poner en lugar
seguro y cultural la fiesta de los toros cuando yo lo que veo es un caso
incontestable de invalidez, ineptitud e indecencia.
Sí,
sí, todo muy in. Insomne, impotente e indefenso está el aficionado, tanto como
la fabulosa fiesta de los toros
incomprendida, incendiada y que languidece por inanición; tanto como todos los
personajes que mienten y engañan con rotunda traición aunque no se les pueda
llamar ingratos, insufribles e imbéciles. Pues nada, ya pueden darse un dosis
extra de (in)fusión en salvase la
parte torera. Tome tila, que es muy sana y muy barata, pues lo que tenga que
ser, será. Y lo que será, queridos amigos, ya se ve: una plaza de toros sin
toros y una fiesta de aficionados sin afición.