Reliquias de un mundo que muere
Por Paz Domingo
La afición de Madrid estaba entusiasmada.
Los lejanos pablosromeros volvían,
aunque fueran subtitulados como encaste minoritario. Pero la cortesía de los
amantes enamorados de la fiesta brava es cabal como no podía ser de otra manera
en estos corazones de cultura absoluta. Es decir pabloromero y allá que va la afición a darse un gusto al cuerpo y
empuje al alma torera. El banquete daba comienzo en el apartado matinal y
concluía en noche cerrada bajo nubarrones que terminaron por refrescar el
ambiente en la retirada a casa. Entremedias reaparecían los bellos ejemplares con
lomos nevados y grisáceos, de estampa altiva y estilismo armonioso; de parejas
y discretas fisonomías; y también de casta, aunque no rotunda, ni posiblemente tampoco
de provocar locuras en esta desventurada fiesta. Pero casta, ya lo creo y como
también lo afirmo.
Los tres diestros que componían el cartel
pretendieron cumplir con el compromiso adquirido, incluso dejar algún apunte
estilista. Sin embargo, la difícil papeleta de epatar ante estos altaneros
animales quedó menguada por la escasez de recursos, de no estar placeados; de
no imponer el dominio; de abandonar a los ejemplares a las armas toricidas de
caballeros arteros; de no dar lidia de control; de no resolver con inteligencia;
en definitiva, de tener voluntad para intentarlo pero sin poder rematar en la
cadera. Para aquellos aficionados y aficionadas que ya han visto muchas cosas
por este mundo del diablo, la valentía de estos tres toreros es infinitamente
superior – por supuesto inalcanzable- a la de los figurantes del alto escalafón
de la tauromaquia del pasito atrás, de la pierna robótica, de las afueras
siderales, de los toritos bonachones, de inmaculadas orgías, y de mentiras que
ya ni llenan la plaza. Porque esa es otra cuestión. Los tres toreros de la
tarde de pablosromeros no llevarían
mucha gente a los tendidos pero tampoco la echan con sus atracos a muleta
cargada.
A los toros se les recibieron con
aplausos por su magnífica presencia. Incluso, se les despidieron en el arrastre
con reconocimiento. Tuvieron en general su faena. También su genio en el caso
de algunos. También su bravura, en unos casos muy evidente. Y su mansedumbre. Y
su lidia, aunque casi nadie apostó por esta banalidad. Y su complicación. Y sus
lidias inexistentes y en terrenos equivocados. Incluso hubo aficionados que
salieron satisfechos porque no se cayeron. Los tres diestros se quedaron muy
cortos en resolución. José María Lázaro estuvo en estilista con su destacable
muñeca y temple, aportó voluntad y se dejó cruda la muleta. Quizá, a estas
alturas ya se ha dado cuenta del gran error de incluir en su cuadrilla al jinete
matarife –que para guasa se llama Cordero- que perpetró sendos asesinatos –unos
titulares y otros de rebote- a dos cárdenos en forma de deslomes tras horripilantes
varas percutoras, que barrenan y hacen palanca a la velocidad del rayo y a la
altura de los riñones.
Así pues, los hermosos cárdenos, de lomos
plateados que le cayeron en suerte a Lázaro se fueron al desolladero inéditos.
Y los dos de Pérez Mota, que desaprovechó un toro de faena sin compromiso y un
toro con sus cuatro letras: hermoso, bravo, noble y de triunfo. Le dio una buena
serie inicial y se acabó, pues es lo que pasa cuando uno enseña las cartas y el
contrincante acredita que el apostante va de farol. Hay que reconocerle su
voluntad de hacer las cosas, pero a los aficionados esto nos sabe a cuerpo
quemado o pitón pulverizado. Respecto a Rubén Pinar su intervención fue al
revés: de más a menos y de menos a la nada. Empezó con técnica lidiadora,
circunstancia que se agradecía, en la lidia de un tercer ejemplar que tuvo su faena
sin excesivos compromisos, a pesar de que el toro manseaba, apechugaba y se
rajaba a la velocidad cambiante de los fogonazos de un rayo. Pinar insistió
mucho y mal, ya que porfió en el tercio cuando se trataba de alejar al pródigo
carácter de las tentaciones. En la última intervención de la tarde el diestro
albaceteño no quiso ni ver al pabloromero
de más genio altivo y ambos se fueron por el camino de sus pasos inéditos y sin
consistencia taurómaca.
Una tarde de reliquias en un mundo que
muere. Las huellas de la grandeza de este espectáculo están remotamente
escondidas en las entrañas de este encaste minoritario y olvidado, en la
valentía obligada de los toreros que sacan de la necesidad una peripecia; de
esta grandiosa afición que no se merece el noventa y nueve por ciento de
bodrios que le preparan como si compusieran su obituario. Veo cosas raras en
este mundo que se muere. Veo a las mismas autoridades en semejantes asientos
privilegiados con iguales irresponsabilidades y con idénticas malas gestiones. Veo
caras conocidas y tristes. Veo extrañas salidas del armario –léase tendido como
referencia-. Veo algunos viejos amigos. Y veo sus oscuros pensamientos. Es
decir, que ya veo demasiado.
Plaza de toros de Las Ventas.
Madrid, 21 de septiembre de 2014. Toros
de Partido de Resina para los diestros José María Lázaro, Pérez Mota y Rubén
Pinar.
Posdata: Les enlazo a las crónicas de las
dos últimas corridas de los pabloromeros
publicadas en este soporte digital. Que se diviertan.
“Hoy
estamos de suerte”. Por Paz Domingo. (22 de mayo
de 2011) https://sites.google.com/site/toroaficion/san-isidro-2011/san-isidro-2011-13-festejo
Que vienen los ‘pabloromero’. Por Paz
Domingo. (22 de abril de 2010)