Reflexiones de un aficionado desencandado
(...) Los aficionados somos de nuevo los convidados de piedra, y nunca mejor empleado dicho paradigma. Por dos razones. La primera, porque somos los paganos que sustentamos como colosos los pilares este Atlas fabuloso. La segunda, porque nos llueven pedradas a porrillo. Vamos, que además de esforzados contribuyentes somos ingenuos apedreados. Aunque tontos del todo, no. Todavía nos preguntamos dónde se han metido las estrellas vociferantes que demandaban más cultura para este mundo de cuernos, dónde los intelectuales que exigen más admiración social para tan formidable espectáculo, y dónde los sabios de la tauromaquia del siglo XXI que proponen implantes de intelectos racionales para estos picapedreros de Edad Pretérita. ¿Dónde? Parece que se han escondido en el último rincón, convertidos en estatua de sal, aunque no crean que por mentirosos o especuladores, sino que sencillamente tienen en alta consideración su sabia circunstancia de analistas, todos ellos expertos profesionales en cuestión rentable. (...) Texto completo.