Con un par por los adentros
Por Paz Domingo
Hoy hay una gran noticia por los adentros toreros. La alumbró un subalterno llamado Ángel Otero con un soberbio par de banderillas. Y todo el mundo habla de ello. Los que entienden porque saben de la belleza del toreo y de su rareza en este mundo de vulgaridad actual. Y los que no entienden porque la sorpresa y la fe inundan su espíritu. La terna de la torería en esta tarde repleta de extraños la completarían los hombres de plata Montoliú y Jesús Romero. Y es que desde el principio todo estuvo trastocado.
La ganadería titular se caía del cartel anunciándolo en tuis. A toda prisa se anunció la reserva de Ricardo Gallardo, así como quien no quiere la cosa y se improvisa algo. Pues lo que salió por chiqueros parecía un conjunto bien estudiado. De presentación delantera muy del gusto en Madrid; baja de estatura para el acomodo de los toreros; de comportamiento repetidor para el último tercio; con cierto genio echado para adelante en casi todos sus ejemplares. Todo sobre la marcha, decían.
Pero fueron saliendo ejemplares que si no convencían en la salida por el tipo, ni tampoco por lo que empujaban en los petos, trasmitían largura, acometidas largas, reservas de fuerzas y una nobleza con mucha seguridad. Fue creciendo en intensidad hasta el tercer ejemplar, un animal capacitado para inundar de virtuosismo el toreo. Cayó la mala suerte en Tejela que hizo un apoteósico recorrido por la antítesis de las pautas de la excelsa torería y, no contento con evidenciar sus grandes deficiencias artísticas, escondió a propósito las abundancias que tenía el noble animal entregado a la muleta en cuerpo y alma. Y es que, ¡hasta para ser toro hay que tener estrella! Y para ser aficionado, pues ya se podría explicar la circunstancia de asumir que este torero se encuentre perennemente en esta feria madrileña, que le toque lo más decente, y que además no le saque partido. Alucinante, como dicen.
Repitió Tejela idéntica actitud en el sexto, cuando la tarde se había venido abajo después que los tres diestros tomaran la iniciativa de tapar todo lo potable que los animales tenían en las entrañas. Los tres primeros ejemplares les pusieron en el aprieto de tener que torear y decidieron en comandita delegar en sus hombres de confianza o en los alivios propios. Y sucedió que el público no es tonto, que tiene memoria. Recordó los detalles torerísimos de Uceda, de su porte clásico, de sus estoconazos a ley, pero no le cabía en la cabeza que el diestro estropeara su talento en la porfía del toreo robótico hacia atrás, de los alivios atropellados, de pinturerías postizas. Se llevó el torero una oreja regalada de tan agraciado oponente, de la misma manera que también debería haberse llevado un gran tirón en las suyas.
El caso de Curro es muy similar. Al torero se le ha visto dar lecciones de torero, y muy buenas por cierto. Incluso, en algún momento, hace años, superó su estricto clasicismo, se arrancó el miedo de cuajo, y le hizo una faena de dominio a un manso intratable. Pues lo que se vislumbró es que el diestro es otro en imagen, dispuesto a trasmitir voluntad, preparado a entrar en este toreo plano que ni compromete ni eleva. Apuntaba bien el sitio adecuado y el terreno preciso, pero cuando disparaba le salía el tiro por la retaguardia.
El público de memoria pedía a gritos sus recuerdos y el juramento por parte de todos los componentes de esta tramoya taurina que si al menos no son capaces de igualar el pasado glorioso, al menos sean inteligentes para no emborronarlo. Se espera este pequeño milagro.
Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. 27 de mayo de 2014
Decimonoveno festejo de la Feria de San Isidro 2014.
Toros de Fuente Ymbro (ganadería que sustituía a José Luis Pereda) para Uceda Leal, Curro Díaz y Matías Tejela.
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