Plaza de toros de Las
Ventas. Madrid. Lunes, 27 de mayo de 2013.
Novillos de Carmen
Segovia para Tomás Campos, Curro de la Casa y Sebastián Ritter. Decimoctavo festejo de
la Feria de San Isidro 2013.
El oficio para matar
toros de lidia
Por Paz Domingo
Hoy se habla del arrimón tan
formidable que protagonizó el novillero colombiano Sebastián Ritter al final de
la tarde, precisamente cuando todo estaba dicho y los titulares estaban
dispuestos. El animal de mansedumbre y descastamiento a lo grande posiblemente
no ofrecía más lucimiento que el desafío cuando uno es aspirante a torero de
alternativa, además de nuevo en la plaza. Nada sorprendente, salvo la manera en
que el novillero realizó la provocación de incitar la inútil embestida del
animal tocándole con sus piernas y estómago. Resultó poderoso Ritter, sin
enmendarse, sin retroceder, sin afligirse por la mala suerte al intentar la
lucha con un mulo de tan alta consideración.
Los aficionados estaban pendientes
del joven. Algunos porque ya han visto algún detalle prometedor en sus maneras
y otros porque saben que Corbacho es su director artístico. Y es que este apoderado
tiene un currículo avalado por los descubrimientos de José Tomás y Alejandro
Talavante, además de concebir y trasportar a sus pupilos una manera alejada de
la heterodoxia de la escuela tradicional y que él entiende desde la técnica, la
inspiración y el misticismo.
Transmitía Ritter. En su
manera elegante en el manejo del capote que movía despacioso, ambicioso,
variado y bueno. Andaba seguro dejando naturalidad en sus movimientos. No
perdió la compostura aún cuando los dos novillos que le tocaron en suerte eran
dos regalitos vacíos de contenido. Y hasta pareció humano cuando se equivocó en
su primera actuación porque arrastró al animal a terrenos alejados de sus
apetencias descastadas. Dejó las mejores estocadas, si es que se puede decir
que fueron medianamente aceptables después de ver las que propinaron sus
compañeros de terna en el desconocimiento de los tres tiempos de la suerte
suprema, la técnica para ejecutarla y el lugar donde colocarla. Y es suprema, entre
otras verdades, por ser la dispuesta para este oficio: matar toros de lidia a
estoque.
A Curro de la Casa, también
nuevo, desaprovechó los dos ejemplares que tenían algo de beneficio. El primero
con una nobleza desnaturalizada y el segundo porque presentó más poder en la
muleta. Con uno se limitaba a acompañar y con el otro a evidenciar que no pudo
aguantarle ni matarle, pues dejó varias estocadas en los costillares y se libró
en el último segundo de la vergüenza de la devolución a los corrales. Aún así,
a pesar del sufrimiento, tiene cuerpo para recomponer las buenas maneras. Tomás
Campos pasó casi idénticos apuros pues alguien le ha enseñado a acomodar figura
y toreo de salón pero nadie le ha contado cómo se maneja el arma mortal y
desdibujó dos faenas similares a un manso convencido y a un animal que tenía
algo de credibilidad por sus hechuras de toro.
Respecto a la ganadería
de Carmen Segovia no me queda más que lamentar el mal estado en que se encuentra,
posiblemente por este afán muy común de acomodar temperamentos con
posibilidades. Y eso, que el pasado domingo remendó la corrida de Fermín
Bohórquez con un toro encastado y que en la mala suerte casi ni se vio. La
confusión de la granizada unida a la insustancial faena de Juan Bautista se llevaron
el interesante juego del ejemplar por delante.
Hoy también me acordaba de
la afición de Sebastián Miranda cuando largaba su entusiasmo sobre las novilladas.
Decía el escultor asturiano que siempre se puede descubrir a una figura de
interés. Por supuesto, a él le había ido de perlas, al encontrase a la primera
de cambio con Juan Belmonte, con una figura máxima del arte torero en el día de
su presentación en Madrid. Nosotros tendremos que esperar a otra; o
conformarnos con esta planicie en el panorama de aspirantes a la torería; o rezar
para que la ilusión de estos jóvenes no se estrelle contra el muro del
estamento ganadero y empresarial.
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