jueves, 22 de mayo de 2014

Crónica. Corrida de la Prensa. San Isidro 2014

Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. 21 de mayo de 2014
Decimotercer festejo de la Feria de San Isidro 2014. Corrida de la Prensa.
Toros de Juan Pedro Domecq para los diestros Manuel Jesús, El Cid, David Fandila, El Fandi, y Juan del Álamo.

Por el artículo 76

Por Paz Domingo
El artículo 76 del actual reglamento taurino es precepto olvidado. Está incluido en el capítulo tercero de la normativa y explica en varios puntos como debe realizarse la lidia en el segundo tercio. Pero, ¿a quién le importa el segundo tercio, ese en el que se ponen unos palitos de envoltura rizada y colorista y que los espectadores lo toman como trámite insustancial al desoreje? A esta circunstancia le ha puesto rebeldía El Fandi que, con sus grandes dotes acrobáticas, ha reinventado la ortodoxia del toreo trastocando el cite de frente en la sublimación del cangrejo, el temple en carreras de nervios, el mando en sujetar al animal por el testuz como si fuera general romano que contiene legiones y, desde luego, ha lanzado el mencionado artículo 76 a un doble salto mortal después de impactar en la tribuna presidencial. La anécdota concluyó en un cuadro dantesco en el que se definía un animal con infinidad de palitroques agarrados y dispuestos en su lomo bovino como si se tratara de un manto a lo pavo real.

El texto en cuestión dice que no se pueden colocar ni menos de dos pares de banderillas ni más de tres. Pues El Fandi, adicto ya a la mercadotecnia de sus seguidores, cogió un cuarto par, se dirigió al presidente; pidió permiso; la autoridad dijo que no;  los espectadores que pitaban; rectifica Julio Martínez con gestos de transigencia; y empezaron a ponderarse en los tendidos las victorias de este atleta del albero. El su afectación El Fandi juega siempre a lo suyo. Es decir, a hacer creer al personal que su público es suyo, que la tauromaquia la reinventa todo el rato para mayor gloria propia y que las opiniones en contra a su peculiar tauromaquia se las pasa por el arco del triunfo. También el artículo 76, como pudo ver.

Se entiende que cada torero puede interpretar con personalidad y técnica diferentes cuantas suertes toreras existen o existirán, aunque de ahí a articular que la ausencia de ortodoxia –por no decir la ejecución del toreo al revés- es como certificar una tauromaquia excelsa para gloria de su cuerpo serrano, ¡hay un desconocimiento abismal! Si se empeña en poner los palitroques corriendo hacia atrás en vez de ejecutar la suerte de frente, pues que haga lo que quiera. Aunque, eso sí, no insistan más por favor en su excelsitud porque de todos es bien sabido que la verdad es única e irrefutable.  

Poco se puede contar de la corrida de la Prensa. Poco, salvo que el régimen de bajas calorías impuesto año tras año va adelgazando su respeto. Los toros de Juan Pedro Domecq no ayudaron porque no podían, pues su fuerza y casta lo impedían. El Cid es leyenda pasada y, por tanto, hizo que pasaba por allí contagiando de desidia a su cuadrilla, al público y a sí mismo. El Fandi hizo lo que pudo con dos toros de naturaleza algo más despierta para concluir matando de manera garrafal. El espadazo lo dio Juan del Álamo en su primera actuación después de capotear bien y desperdiciar en las afueras la nobleza entregada de un toro con pelaje de melocotón maduro. Él también pensaba que la fruta caería del árbol con rapidez y la Puerta Grande de Madrid se la comería antes de que tocara tierra. Y así hubiera sido si se algún día quiere torear a placer un toro que tenga poder y si lo hace con la técnica ancestral para la cual está bien capacitado. Del resto, no se preocupe. La delicia caerá directa a su boca para ser degustada plácidamente.


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