lunes, 3 de octubre de 2011

Crónica. Feria de Otoño


La espinita
Por Paz Domingo. Se sacó la espinita Adolfo Martín con esta corrida de toros que cierra prácticamente la temporada en Madrid, y de paso también nos dejó espoleada a la afición para el año entrante. No estuvo presente el ganadero en la feria de mayo porque al parecer sus toros no daban el trapío necesario que requiere la plaza, cuando los toros que ayer iban desgranándose por la salida de chiqueros eran hermosos ejemplares, magníficos saltillos puros algunos, otros con genes ibarreños apreciables, otros de una poderosa planta capaz de provocar piropos a la antigua, igual a su estampa, y también algún otro que bajaba el ritmo altivo con hechuras más cómodas. Y allí estábamos inmersos en la gran fiesta de los toros, del poderío de sus condiciones y también de las dificultades para enfrentarse a unos animales de entrañas creíbles y resistentes al sometimiento.

Crónica completa y reportaje gráfico.


Fotografía de Paco Sanz. En la imagen, Rafaelillo con el capote al cuarto saltillo de la tarde.

Plaza de toros de Las Ventas. Madrid, 2 de octubre de 2011. Toros de Adolfo Martín para Rafaelillo, Antonio Barrera y Serafín Marín

domingo, 2 de octubre de 2011

Feria de Otoño en Madrid



Imagen de Iván Fandiño al entrar a matar al quinto toro de la tarde con una estocada impresionante.
Fotografía de Paco Sanz

Plaza de Las Ventas. Madrid. 1 de octubre de 2011. Tercer festejo de la Feria de Otoño.
Toros de Gavira para Iván Fandiño y David Mora.

Alguien se olvidó de los toros
Por Paz Domingo
La tarde era para los aficionados. Los dos toreros que habían causado revelación en la temporada se anunciaban mano a mano en el cartel. Había expectación por presenciar el duelo de los potenciales toreos que estos dos hombres se han empeñado en demostrar y a los que les falta el triunfo absoluto que les puede dar la plaza de Madrid. El tibio sol otoñal anunciaba que podía tratarse de una tarde mágica. Los tendidos llenos. Las almas toreras ardientes. La ovación al romper el paseíllo. Los brindis recíprocos que se tributaron ambos diestros en ceremonia antigua. Y salió el toro. Bueno, el toro de pega -más bien-, porque aquello no era toro sino cuarto y mitad de carne bovina sin cara, sin tocado, sin fuerza, sin acometida, sin clase y sin vergüenza. Alguien se olvidó de los toros, de su importancia y trascendencia, y en un ímpetu descarado echaron por la puerta de chiqueros los pollitos sin hacer, descastados, inválidos y aburridísimos, para cumplir con dos ejemplares imponentes. Fue cuando, precisamente, volvió al ruedo la poca verdad que queda en este artificial mundo taurómaco. Al inicio del festejo se volvía a insistir en la recogida de firmas para que este fabuloso mundo se pueda blindar. No me digan que no es una paradoja. Crónica completa y reportaje gráfico en