Fotografía Paco Sanz. En las imágenes, los novilleros Miguel de Pablo en su primer novillo, y después David Galván y Cotola en sus respectivos novillos de Flor de Jara.
Feria de Colmenar Viejo, Madrid. Primer festejo. Novillada de Flor de Jara, para los novilleros Miguel de Pablo, David Galván y Daniel Torres, Cotola. 27 de agosto de 2011
No parecían de aquí
Por Paz Domingo. Los novillos que el ganadero de la tierra Aragón Cancela ha criado en la sierra colmenareña y que ofreció a sus vecinos no parecían de tan acreditado nombre y raigambre solariega. Salieron, contra todo pronóstico, sensatez, trayectoria, y hasta posibilidad, mansos, aquerenciados, rajados, huidos, parados, nobilísimos algunos, y tan bondadosos otros, que daba la impresión que les faltaba la cuota mínima de arrestos, los físicos y los enrazados. No hubo materia prima de primera, porque de primera es el encaste Buendía que Cancela está reflotando con dedicación, talento y romanticismo. Pero algo salió mal. Su presentación tan justa, justita, muy justita hasta se hubiera solapado si aparece la casta y raza que llevan dentro de sus entrañas bovinas.
Así, que nos quedamos como si nada. Nos dio por repetir la misma canción, por intentar una explicación para el decepcionante espectáculo y nos dio por aburrirnos.
También tuvieron su responsabilidad estos chicos que aseguran desear ser toreros. Su pecado es que ven muchos vídeos taurómacos de influencia moderna. Su vergüenza es que no saben resolver los inconvenientes sencillos. Su justificación es que torean poco. Y sus resultados es que alguno, de esta guisa, llega un poco más lejos si el padrino anda cerca.
Verderones estaban. Verderones se fueron. Y verde es el color dominante. Estos muchachos si algo merecen es que alguien les cuente la verdad del toreo, su regla básica, verdadera y justa que es cargar la suerte en los tres movimientos y en la riqueza de las posibilidades. En fin, recemos todos porque la fortuna les acompañe con la enseñanza de un buen maestro.
Los novilleros eran Miguel de Pablo, muy técnico y muy sugestionado por los paisanos; David Galván, el más estilista y el que mejor ejecutó el toreo moderno; y Daniel Torres, Cotola, muy animoso con la situación pero igualmente nada exitoso. Todos intentaron contentar al personal y únicamente arrancaron algunos saludos desde el tercio. Los tres se vieron desbordados por la fatal de raza de los novillos que suplieron con más tarascadas, los tres no pudieron asegurar la nobilísima entrega cuando se dio, y los tres mataron a la manera garrafal.
No parecían de aquí
Por Paz Domingo. Los novillos que el ganadero de la tierra Aragón Cancela ha criado en la sierra colmenareña y que ofreció a sus vecinos no parecían de tan acreditado nombre y raigambre solariega. Salieron, contra todo pronóstico, sensatez, trayectoria, y hasta posibilidad, mansos, aquerenciados, rajados, huidos, parados, nobilísimos algunos, y tan bondadosos otros, que daba la impresión que les faltaba la cuota mínima de arrestos, los físicos y los enrazados. No hubo materia prima de primera, porque de primera es el encaste Buendía que Cancela está reflotando con dedicación, talento y romanticismo. Pero algo salió mal. Su presentación tan justa, justita, muy justita hasta se hubiera solapado si aparece la casta y raza que llevan dentro de sus entrañas bovinas.
Así, que nos quedamos como si nada. Nos dio por repetir la misma canción, por intentar una explicación para el decepcionante espectáculo y nos dio por aburrirnos.
También tuvieron su responsabilidad estos chicos que aseguran desear ser toreros. Su pecado es que ven muchos vídeos taurómacos de influencia moderna. Su vergüenza es que no saben resolver los inconvenientes sencillos. Su justificación es que torean poco. Y sus resultados es que alguno, de esta guisa, llega un poco más lejos si el padrino anda cerca.
Verderones estaban. Verderones se fueron. Y verde es el color dominante. Estos muchachos si algo merecen es que alguien les cuente la verdad del toreo, su regla básica, verdadera y justa que es cargar la suerte en los tres movimientos y en la riqueza de las posibilidades. En fin, recemos todos porque la fortuna les acompañe con la enseñanza de un buen maestro.
Los novilleros eran Miguel de Pablo, muy técnico y muy sugestionado por los paisanos; David Galván, el más estilista y el que mejor ejecutó el toreo moderno; y Daniel Torres, Cotola, muy animoso con la situación pero igualmente nada exitoso. Todos intentaron contentar al personal y únicamente arrancaron algunos saludos desde el tercio. Los tres se vieron desbordados por la fatal de raza de los novillos que suplieron con más tarascadas, los tres no pudieron asegurar la nobilísima entrega cuando se dio, y los tres mataron a la manera garrafal.
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