jueves, 22 de mayo de 2014

Crónica. Corrida de la Prensa. San Isidro 2014

Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. 21 de mayo de 2014
Decimotercer festejo de la Feria de San Isidro 2014. Corrida de la Prensa.
Toros de Juan Pedro Domecq para los diestros Manuel Jesús, El Cid, David Fandila, El Fandi, y Juan del Álamo.

Por el artículo 76

Por Paz Domingo
El artículo 76 del actual reglamento taurino es precepto olvidado. Está incluido en el capítulo tercero de la normativa y explica en varios puntos como debe realizarse la lidia en el segundo tercio. Pero, ¿a quién le importa el segundo tercio, ese en el que se ponen unos palitos de envoltura rizada y colorista y que los espectadores lo toman como trámite insustancial al desoreje? A esta circunstancia le ha puesto rebeldía El Fandi que, con sus grandes dotes acrobáticas, ha reinventado la ortodoxia del toreo trastocando el cite de frente en la sublimación del cangrejo, el temple en carreras de nervios, el mando en sujetar al animal por el testuz como si fuera general romano que contiene legiones y, desde luego, ha lanzado el mencionado artículo 76 a un doble salto mortal después de impactar en la tribuna presidencial. La anécdota concluyó en un cuadro dantesco en el que se definía un animal con infinidad de palitroques agarrados y dispuestos en su lomo bovino como si se tratara de un manto a lo pavo real.

El texto en cuestión dice que no se pueden colocar ni menos de dos pares de banderillas ni más de tres. Pues El Fandi, adicto ya a la mercadotecnia de sus seguidores, cogió un cuarto par, se dirigió al presidente; pidió permiso; la autoridad dijo que no;  los espectadores que pitaban; rectifica Julio Martínez con gestos de transigencia; y empezaron a ponderarse en los tendidos las victorias de este atleta del albero. El su afectación El Fandi juega siempre a lo suyo. Es decir, a hacer creer al personal que su público es suyo, que la tauromaquia la reinventa todo el rato para mayor gloria propia y que las opiniones en contra a su peculiar tauromaquia se las pasa por el arco del triunfo. También el artículo 76, como pudo ver.

Se entiende que cada torero puede interpretar con personalidad y técnica diferentes cuantas suertes toreras existen o existirán, aunque de ahí a articular que la ausencia de ortodoxia –por no decir la ejecución del toreo al revés- es como certificar una tauromaquia excelsa para gloria de su cuerpo serrano, ¡hay un desconocimiento abismal! Si se empeña en poner los palitroques corriendo hacia atrás en vez de ejecutar la suerte de frente, pues que haga lo que quiera. Aunque, eso sí, no insistan más por favor en su excelsitud porque de todos es bien sabido que la verdad es única e irrefutable.  

Poco se puede contar de la corrida de la Prensa. Poco, salvo que el régimen de bajas calorías impuesto año tras año va adelgazando su respeto. Los toros de Juan Pedro Domecq no ayudaron porque no podían, pues su fuerza y casta lo impedían. El Cid es leyenda pasada y, por tanto, hizo que pasaba por allí contagiando de desidia a su cuadrilla, al público y a sí mismo. El Fandi hizo lo que pudo con dos toros de naturaleza algo más despierta para concluir matando de manera garrafal. El espadazo lo dio Juan del Álamo en su primera actuación después de capotear bien y desperdiciar en las afueras la nobleza entregada de un toro con pelaje de melocotón maduro. Él también pensaba que la fruta caería del árbol con rapidez y la Puerta Grande de Madrid se la comería antes de que tocara tierra. Y así hubiera sido si se algún día quiere torear a placer un toro que tenga poder y si lo hace con la técnica ancestral para la cual está bien capacitado. Del resto, no se preocupe. La delicia caerá directa a su boca para ser degustada plácidamente.


miércoles, 21 de mayo de 2014

Crónica. Duodécimo festejo. San Isidro 2014

Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. 20 de mayo de 2014
Duodécimo festejo de la Feria de San Isidro 2014
Toros de El Ventorrillo para los diestros David Mora, Antonio Nazaré y Jiménez Fortes. Se lidiaron dos toros y se suspendió la corrida por lesiones de los tres diestros.

Tarde de suspensión
Por Paz Domingo

El presidente del palco de la plaza de Las Ventas, César Gómez, suspendió el festejo por falta de diestros disponibles para continuarla. Los tres toreros estaban en la enfermería y todo hacía presagiar que no saldrían por su propio pie -después de las cornadas y contusiones que llevaban en el cuerpo- para reanudar la lidia de los cuatro toros de El Ventorrillo que quedaban enchiquerados. Pasados los momentos de confusión, tras la incertidumbre por el estado de David Mora que había sido corneado con saña en los primeros instantes de la corrida cuando realizaba el lance de recibir a porta gayola con una rebolera de rodillas; además de la consternación cuando los otros hombres de la terna iban enfilando el camino de la enfermería, heridos durante la lidia del segundo animal; se hacía obligado llegar hasta la estadística para comprobar que esta situación, contundente por dramática, no se producía desde hace treinta y cinco años.  

Una tarde extraña. De angustia. También conmovedora. Unas horas antes, los representantes políticos en asuntos taurinos de la Comunidad de Madrid homenajeaban al más popular y dramático torero de todos los tiempos taurómacos desde que existen las estadísticas y los revisteros. Manuel Benitez, El Cordobés, con una juventud extraordinaria a sus setenta y ocho mayos cumplidos, con la misma sonrisa perenne, arrebatadora; con el juego del flequillo ya encanecido; con la rebeldía de antaño; con el espíritu de siempre, venía a recordar que hace 50 temporadas paralizó España entera –y al mundo taurino adyacente- frente al televisor y frente a la ortodoxia. Aquella tarde, también fue sangrienta, aunque a su manera. El Cordobés sedado y en camilla salía de la enfermería después de ser intervenido de una cornada que le dio el toro Impulsivo, de la ganadería de Benítez Cubero, y al cual le cortó el torerillo andaluz una oreja sin haber entrado a matar, meritoria si se piensa que también era Madrid, la capital del toreo más escrupuloso.

Es un mundo de pasiones y también de desgracias, entonces y ahora. Hay que contar con ello, aunque la sofisticación en el control del espectáculo está tan medida que se hace improbable que algo trastoque la normalidad. Probablemente, Mora estaría intacto de cornadas si no hubiera acometido la precipitación de ponerse en la porta gayola sin tener la aproximación de los temperamentos animales que aguardaban en los chiqueros y cómo se descongestionarían de salida al ruedo. Es posible que Nazaré no estaría lesionado unos meses si hubiera utilizado el ingenio y controlado las fuerzas propias según se presentaba la tarde. Es muy probable, también, que Jiménez Fortes no estuviera recuperado de las importantes heridas provocadas por un toro en esta plaza y hace apenas dos semanas. Se podía incluso pronosticar que su interpretación del toreo no trascendiera, como sucedió en la lidia del segundo ejemplar, pero lo cierto es que estaba fuera de la mínima capacidad para ponerse delante de un toro. Incluso, se auguraba una tarde anodina en ímpetus mediáticos.

Sin embargo, nadie predijo que los dos únicos toros salieran con una nota buena en presentación y en casta. Ambos animales fueron obligados a replegarse en los tercios con faenas de desgaste y la afición torista, tan compungida en el ánimo como el resto, se quedó sin evaluar la posible recuperación de la ganadería que inventara Francisco Medina y vendiera rápidamente en la cima del éxito a Fidel San Román, en lo que se llamó el pelotazo ganadero de los que hacen época.  

Mala suerte para todos. Mala tarde para David Mora que se tiene que recuperar de dos cornadas: “una en tercio medio cara anterior de muslo izquierdo con una trayectoria ascendente de 30 centímetros que produce arrancamiento de la vena femoral y colaterales, con destrozos en el músculo cuádriceps, además de contusión de la arteria femoral superficial; y la otra en axila izquierda con una trayectoria ascendente de 10 centímetros que contusiona el paquete vasculo-nervioso y alcanza el húmero. También, contusiones y erosiones múltiples. Se le trasfundieron dos unidades de concentrado de hematíes y gelafundina y fue trasladado al hospital Virgen del Mar con pronóstico muy grave”. Mala tarde para Antonio Nazaré que sufrió “traumatismo en la rodilla derecha con probable lesión de ligamentos y pronóstico reservado”. Mala tarde para Jiménez Fortes que fue ingresado “con dos heridas por asta de toro, una en cara externa del tercio superior del muslo derecho con dos trayectorias, la primera hacia arriba y adentro de 10 centímetros que alcanza el fémur. La otra de 10 centímetros hacia abajo que causa destrozos en el músculo vasto externo. Pronóstico menos grave”.

A los tres, el doctor Máximo García Padrós les curó de urgencia sus heridas, firmó tres partes médicos y afirmó que las lesiones sufridas impedían continuar la lidia a los tres matadores, al mismo tiempo que lo hacía con celeridad y grandiosa profesionalidad. El delegado de la autoridad comunicó al presidente la imposibilidad de reanudad el festejo. El presidente lo suspendió. Salimos de la plaza pensando en la fragilidad del destino y el eterno Manolo por la gracia de sí mismo, seguía saludando a la gente con la idéntica simpatía que una hora antes en la entrada, con la misma sonrisa después de 50 años pasados.

martes, 20 de mayo de 2014

Crónica. Undécimo festejo. Feria de San Isidro 2014

Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. 19 de mayo de 2014
Undécimo festejo de la Feria de San Isidro 2014
Novillos de El Montecillo para los novilleros Francisco José Espada, Posada de Maravillas y Lama de Góngora.

Se precisa naturalidad
Por Paz Domingo

Se precisan muchas cosas en este oficio tan caro del toreo, pero sobre todo hace falta naturalidad. Para alguien no experimentado en materia taurómaca este concepto podría equivaler a sencillez, quizá claridad, quizá sosiego. Sin embargo, en las normas de esto tan singular que constituye la tauromaquia la noción de naturalidad lo es todo, ya que por encima no puede darse ni más arte ni más técnica; en altura equivaldría a la sabiduría, al conocimiento, a la intuición cuando el cuerpo y la mente superan el miedo para dar rienda suelta y elevada al instinto, el movimiento y la plenitud.

Está bien que los aspirantes a toreros sean candidatos al aprendizaje. Y así hay que tratarlos. Pero, si estamos hablando de chavales que se presentan en Madrid, en plena feria de tronío, que deben saber de qué va esto del toreo –aunque estén a la espera de desarrollarlo- con un ganado que ofrecen ciertas posibilidades de hacer monerías, que se les trata a priori con reverencia de maestro del siglo XIX; y que no despierten ni interés; que no sean capaces de dar ni un pase para que los críticos puedan taparles los otros defectos; que se quejen como plañideras afectadas porque los espectadores no han visto todo lo bueno que llevan dentro; que no sepan ni ejecutar las suertes trascendentales; pues, ¡qué quieren que les digamos!, ¿la verdad de la verdad?, o ¿la verdad a medias?

Pasaron por el albero los novillos de El Montecillo tan panchos y crecidos como sargentos que dirigen la contienda, incluso algunos con galones de tenientes, y ustedes, novilleros de nombre tan artístico y tan torero, fueron incapaces de sacarle resolución ni a los lances de recibimiento y mucho menos a los que pasaportan faenas. ¡Qué bochorno! ¡Señores! Los novillos tenían su casta, algunos mansa y otros todo lo contrario, aunque se podía hacer toreo bueno con más de la mitad de ellos. Que quede claro.

Y como no pareció que sobresaliera por arriba un novillero sobre el resto, se pueden contar a groso modo sus intervenciones. Se colocaron frascuelistas a recibir el toro con el capote dando órdenes para que los peones le llevaran el animalito a sus cercanías y luego desplegar trapo rectificando con la pierna atrás; abandonaron la lidia desde el minuto uno, cuando es lo contrario lo que procedía; los novillos les tomaron la medida rápidamente pero los animales juguetones se llevaron un chasco porque a ninguno se le castigo como correspondía; los segundos tercios los salvaron algunos nombres propios como Rosquillo o Parra -o los distorsionaron más como Muñoz- y aun así fueron el ejemplo de la desidia; y si se habla del tercio de la muleta resultó todo al revés pues si habían imaginado someter al primer súper lance, relajarse en múltiples tandas ligadas y “disfrutarlo”, como dices ahora, ya pueden asegurar que no dieron ni un solo pase dominador, desconocen la profundidad, mienten en las distancias y confunden los terrenos. Sobre todo, respetados jóvenes toreros, piensen y aprendan a hacer la suerte suprema, en los tres tiempos, sin saltito, amarrando los trastos, sin giros acrobáticos a las afueras, sin pretender engañar a nadie.

La tarde concluyó en fantasía. La discusión vino por la petición de vuelta al ruedo en el arrastre del cuarto novillo en orden de lidia y que el público había pedido con insistencia. Quizá, querían compensar el regalo que le hacían al novillero madrileño de una oreja por no resolver nada, y eso que le tocó en suerte lo más rentable. Con seguridad, el animal no se merecía tantos honores, aunque tampoco era justo que el resto de sus hermanos quedaran inéditos de algo bueno. Y es lo que tienen estas tardes, que a los críticos sinceros les duele el corazón de ser tan rígidos en sus apreciaciones, pero hay que salir a flote en el océano cuando se ve el horizonte plagado de muchos hombres y mujeres que igualmente son de carne y hueso, de idéntica escuela, de clase media y de corazón torero y están viendo cómo a algunos se les ofrecen alfombras rojas y a ellos les olvidan en silencio.  

lunes, 19 de mayo de 2014

Crónica. Décimo festejo. Feria San Isidro 2014

Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. 18 de mayo de 2014
Décimo festejo de la Feria de San Isidro 2014
Cuatro toros de Couto de Fornilhos y 2 de Gerardo Ortega para los diestros Paulita, Morenito de Aranda y Sebastián Ritter

Todos los toros son primos
Por Paz Domingo

Hace treinta años el semanario satírico El cocodrilo hacía las delicias de los estudiantes de periodismo. Su mordacidad nos deslumbraba. Su atrevimiento sacaba de quicio a la clase política y monárquica hasta el punto que algunos números de aquel extraordinario ejercicio de audacia dirigido por Eugenio Suárez fueros secuestrados –literal- aparte de la gran cantidad de expedientados que acumularon en dos años de activismo en formato tabloide. Recuerdo uno de ellos, objeto de las iras institucionales y que desapareció de los lugares de venta improvisados a la entrada de la facultad provocando una gran consternación entre todos. El titular de su primera página rezaba: “Todos los reyes son primos”, a propósito de un viaje oficial del rey Juan Carlos a su “prima” la reina Isabel de Inglaterra, o al revés. Aquella genialidad le costó sudores al semanario pero los que éramos asiduos a su desparpajo aún recordamos esta genialidad “genética”.

Hoy la evoco como rotunda, y no es para menos después de tanto aburrimiento. La ganadería anunciada era la portuguesa Couto de Fornilhos y había despertado cierta expectación en algunos aficionados, muy muy aficionados, aquellos que aún recuerdan, o evocan, un sobrero –casi veinticinco años atrás- al que Fernando Cámara le hizo faena de puerta grande. Pero lo de esta ganadería portuguesa, o de nombre portugués y sociedad española, debe ser agua que movió molino, porque lo que se dice casta y bravura no la desarrollaron, haciendo suponer que han sido objeto de algún secuestro político, también intensivo, pues afecta a casi todas las dehesas, y más silencioso de cuantas se hayan practicado. A las pruebas me remito: con mansedumbre a manos llenas; con cuernos astifinos y postizos, tan parecidos a platanitos diseccionados uniformemente, tan desarrollados que ni Dios se creería tal plenitud de cornamenta; con flojedades de carácter, acometida y humillación, próximos en destartale morfológico a los mamíferos del Cretácico…  

Y todos iguales. Lo mismo da que sean de aquí o de allí, de divisa con pedigrí o de las que se han refrescado con sangre plebeya, de las páginas de cuché o las aventajadas en especialización. Así, el amplio muestreo de la plaza de toros de Las Ventas de Espíritu Santo viene a recordarnos que todos los toros son primos, aparecen como tales y se comportan como tales. El problema puede ser de gravedad para los más avezados en líneas y estirpes pues imagínese si cree que está viendo un condeso cuando en realidad es un saltillo, en el peor de los casos, claro está.

Hay quien asegura que este asunto peliagudo de la ausencia de identidad entre encastes y ganaderías es porque el secuestro de la materia relevante se está haciendo a la japonesa y no a las claras, es decir, que en vez de ponerse en huelga los genes sanos se está inundando las planicies de sucedáneos más cómodos a ver si cuelan. Pero, cuidado, que en cuestiones bravas y hereditarias un tropiezo con un canto puede provocar un corrimiento de tierras. Y después que las leyes de la naturaleza han hablado se hace imposible insistir para que te borren el pasado.

La corrida se remendó con dos toros de Gerardo Ortega, de los que encajaban en todo perfectamente. Y lo que encaja matemáticamente en casi todo lo que vemos salir por toriles es de una transferencia unicelular aplastante porque en el caballo, en la lidia, en la casta, en el toreo, se evidencia como nada de nada. Nada bueno por supuesto. Y nada se pudo hacer por parte de un Paulita que anda crecido en ganas y discreto de facultades. Nada resolvió la templanza y seguridad que mostrara Morenito, ni su destello de algo, ni su insistencia en el aburrimiento que casi le cuesta que le echen el toro a los corrales. Y nada concluyó para Ritter que sigue porfiando en potenciar esa frialdad, un valor seco que corona su blasón pero al que no adorna con técnica y consciencia.


Una tarde, queridos primos, para no volver más a ninguna parte y menos a casa del tío. Hasta más ver, cocodrilo… Y un regalo para el abuelo... 


viernes, 16 de mayo de 2014

Crónica. Feria de San Isidro 2014

Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. 15 de mayo de 2014
Séptimo festejo de la Feria de San Isidro 2014
Toros de Victoriano del Río y Cortés para los diestros Enrique Ponce, Sebastián Castella y David Galán.

Argumento de novela

Por Paz Domingo

Se llenó la plaza de muchísimos invitados. Todos alegres de apoyar la fiesta aunque sea gratis el asiento que ocupan; de gente guapa a la que ya no se le inflama la solapa con claveles reventones y no tienen claro si la tendencia podría molestar por cañí o por excesivamente chic; políticos que competían en soltura dentro de las estrecheces de sus sitios privilegiados; amigos presuntuosos de ínfulas toreras, tan pesados e ignorantes que hay que ir explicándoles el ritual a groso modo, disimuladamente, por supuesto; mirones y fisgones deseosos de pillar algo para deglutir en tuit tanta banalidad, tanto topicazo; algún que otro aficionado con memoria de treinta años; un torero que parece seducirle la retirada pero que dice reinventarse en su esplendor; y el premio Nobel más torero después que falleciera García Márquez.

Vargas Llosa tenía los protagonistas a su disposición para urdir una trama de principio a fin, en plácido ambiente, en exaltación del protagonismo del afamado torero entregado a las mieles de la notoriedad, acomodado en el gran destino y ahora emocionado porque sus conocidos le obsequian como a un coloso taurómaco. Podría, incluso apoyarse en la leyenda. Ahí se la servía David Galán, a partir del pasado familiar propio de fábula dramática pues solamente la historia de su padre ya le daría para una manifestación poderosa en matices de blanco y negro, muy auténticos de aquella España rica de pintoresquismo. Pan y toros, infalible. ¡Lo que darían algunos por aportar estas pinceladas al primer capítulo de sus insulsas memorias!

La línea ya está encauzada. Lo demás es superfluo, directamente suprimible. Porque, ¿quién se acordaría de los toros? Casi nadie. Algún loco que viera que aquello de toros bravos tenía lo que el escritor de monja, aunque la hermanita caritativa resultara tontorrona, excesivamente insustancial, por supuesto nada convincente en religiosidad, nada arrebatadora para inspirar un auto sacramental. Y ahí lo tienen, al divino ganadero y redentor de la fiesta brava, triunfador el año pasado del ciclo venteño con un toro de ninguna casta, presencia, capacidad, hermosura y, por supuesto, resistencia al sometimiento de Talavante, ya que el mérito de tan fabulosas facultades no era sino fruto de ignorancia plena.

Todos debieron quedar muy a gusto con la mencionada actuación y los empresarios de Madrid han apostado por darle más protagonismo en la serie actual, por si suena la flauta, hasta dos veces. Después de lo visto ayer se considera muy improbable que los músicos puedan manejar este amaneramiento con gallardía pues el director de orquesta  ha desgastado tanto el metal del instrumento en la limpieza que ha quedado el sonido imposibilitado por agotamiento. Quizá, escépticos señores, aficionados olvidados, sea mejor así. De haber sacado el maestro alguna nota menos desafinada hoy no estaríamos asombrados por la parafernalia del auto sacramental sino aterrorizados de que a la insufrible impostura se le atribuyera la autenticidad de un western de culto, de una fantasía superlativa y no sé cuántas cosas más.

Enrique Ponce estuvo en su línea purificadora, de enfermero experimentado en aplicar vendajes paliativos al mamífero de escasa altura, eso sí, con su técnica muy vistosa y nada comprometida, habitual desde hace tiempo en su repertorio. Sacó partido como nadie a la cornada recientemente recibida y vociferada por sus acólitos como si fuera el único en este mundo trágico que ha sido herido y repuesto. Alargó tiempos para demostrar que saca jugo. Mató muy mal. Y terminó sintiéndose incapacitado para dar lo mínimo por lo máximo… porque si llega a tener toro “lo disfrutamos”, no tengan duda. Por cierto, eso de que le valen todos los toros no se lo cree nadie y a las pruebas de la tarde de ayer me remito.

He visto torear a Enrique Ponce, que quede claro. He estado en todas sus intervenciones desde que vino por Madrid siendo un imberbe adolescente y desafiaba como un jabato a los novillos, que a nuestra vista se aumentaban como si fueran bueyes gracias al grandioso efecto que producía la escasa estatura de un niño -que no levantaba dos palmos del suelo- en el reto al descomunal Goliat. O cuando se fajó enconadamente con un manso de libro y con un metro de pitón a pitón. Sí, lo he visto todo en Madrid de Ponce y puedo asegurar que he visto torear a Ponce, cuando toreó. Pero no fue el caso de ayer, ni desde hace mucho, mucho tiempo. En cualquier caso, si piensa despedirse de esta plaza sentiré poner cierre también a esta añorada trayectoria maestra porque, en definitiva, paralelamente, ha sido la mía y la de algunos pocos que empezamos como usted siendo unos jovenzuelos necesitados de vivir en este mundo de Ilíadas y Odiseas mientras coincidíamos en la misma aventura.


Me queda por concluir la extrañeza que producía el hijo de Antonio José Galán. Tenía ganas. Se vio. Tenía su temple y muchas repeticiones tópicas que están ahogando la profundidad del toreo. Pero su actuación me interesó mucho más que las cuatro realizaciones de las dos figuras, el juego de los toros, el cotilleo del graderío, las imposturas de los presuntos amantes de la fiesta… Es lo que tiene el paso inexorable del tiempo, que cuando más abunda más nostálgicos nos hace… 

jueves, 15 de mayo de 2014

Sobre La Palmosilla, siempre igual

Cuenta de resultados

La Palmosilla se deshace en malas críticas después de comprobar, una vez más, que es una ganadería de malísimos resultados en juego, fuerza y descastamiento. Que una empresa pase por horas bajas se puede entender. Lo que se hace incomprensible es que año tras año los empresarios de la plaza de Madrid cuenten con ella en este ciclo de envergadura. Y lo que es aún más grave, la falta de control de calidad por parte del Centro de Asuntos Taurinos que, como casi todo el mundo desconoce, es el organismo que debe velar por los compromisos adquiridos en la adjudicación de la plaza y también aprobar las organizaciones de los ciclos para asegurar el nivel, respeto y calidad de la primera feria taurina del mundo.
Pues otro año más la cuenta de resultados de La Pasmosilla es insufrible. Únicamente ha fallado El Fandi, muy asiduo a este cartel. Veamos algunos ejemplos y refresquemos la memoria:

13 de Mayo de 2013. Quinto festejo de la feria de San Isidro. Madrid. Las Ventas. Curro Díaz, El Fandi y David Galván con toros de La Palmosilla.
Curro Díaz hace lo mejor de la tarde
Por Paco Sanz
Quinto festejo de la Feria de San Isidro 2013. Presidente: César Gómez Rodríguez. Más de tres cuartos de plaza. Toros de La Palmosilla: Bien presentados. Faltos de raza y sin fondo para aguantar la lidia. El último con una arboladura espectacular. Curro Díaz: Casi media y cinco descabellos (leve ovación); estocada trasera  (silencio). El Fandi: estocada desprendida y descabello (silencio); estocada desprendida (silencio). David Galván: pinchazo, casi entera (leve ovación); cuatro pinchazos y descabello (silencio).

Las Ventas. Madrid. Trigésimo festejo y quinto de la Feria del Aniversario
4 de junio de 2010
La intemerata
Por Paz Domingo
¿Quién asegura que la superación existe? Quien lleva treinta horripilantes festejos seguidos en el duro granito venteño. ¿Quién se ha empeñado en regalarnos las exquisiteces del presunto ganado bravo que crían con el insustancial hierro de La Palmosilla? Los que se afirman en esta genética ganadera -tan aberrante como asquerosa- que especula obscenamente con la esencia verdadera del auténtico toro de lidia hasta hacerlo irreconocible. ¿Quién ha apostado por este cartel inconcebible para los aficionados de buena voluntad? Aquellos que rematan programaciones de ferias en proporción aritmética al incremento de su bolsillo. (…) ¿Quién está dispuesto a defender este tejemaneje insoportable? Algún ingenuo que la vergüenza ajena no le abochorne. ¿Quién sostiene que el futuro existe? Quien se ha librado de este regalo envenenado de ferial taurino. (…) 
https://sites.google.com/site/toroaficion/san-isidro-2010/10-san-isidro-30

miércoles, 14 de mayo de 2014

Quinto festejo. feria de San Isidro 2014

Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. 13 de mayo de 2014
Quinto festejo de la Feria de San Isidro 2014
Toros de Parladé para Manuel Jesús, El Cid, Iván Fandiño y Ángel Teruel. 

Hay que tener mucho valor 


Por Paz Domingo

A la altura del final de la lidia al quinto toro de la tarde la conmoción en los tendidos de la plaza de Madrid era absoluta. Fandiño tenía la puerta grande entreabierta después de una buena intervención que concluyó con una estocada perfecta de ejecución, entregada en cuerpo y técnica. Cuando se esperaba la repetición de maestría en su segunda actuación de la tarde, sorprendió. Tiró el engaño, se plantó de frente al animal de boyante desafío, apuntó el estoque, se vació en el testuz, impactó entre los pitones y con el impulso del tremendo golpetazo el matador salió despedido en doble vuelta de campana para caer detrás del toro prácticamente de pie. La efectividad del juego malabar, atrevido y realizado como nunca se había visto, supuso tal exaltación emocional, que la multitud se volvió loca. 


Hay que tener mucho valor para plantear este desafío a cuerpo limpio. Pero también hay que tener mucho arrojo para poner cordura al atrevimiento como reclamó una minoría, que aunque la potencia del acto sea enorme, increíble, desmesurada y arrebatadora no deja de estar sobredimensionada en alarde e impropia del equilibrio en el que sustenta la técnica depurada de la tauromaquia. 

Fandiño conoce muy bien el tejido de los aficionados en Madrid. Él está considerado un torero de aquí, taurinamente hablando, por supuesto. Pero esa rotundidad del triunfo se le ha esfumado en esta plaza entre encierros complicados, cornadas y un bajón en resultados concluyentes en su interesante trayectoria. Así que fue a por todas. Fue un acto espontáneo pero bien entrenado durante el invierno, y entre la posibilidad de que le saliera mal estaba la oportunidad de impresionar. Pues lo hizo. La espada cayó atravesada y poco importó. El asunto parece otro y el gusto fue diferente para los pocos que protestaron, ahogados en la algarabía. Hay que tener también mucho valor para no dar rotundidad al gesto porque nos sigue gustando más su extraordinaria facultad para volcarse en el volapié limpia, técnica, magistralmente como lo realizó en la suerte suprema en su primera actuación, pero a él no le era suficiente. Que optó por el tremendo, sensacional, emociónate y poco ortodoxo intento, a él le recompensó ya que después de tanto valor, pundonor y difícil trasiego en la dureza al fin tuvo su puerta grande. Que el listón sea tan alto para muchos y tan desaparecido para unos pocos es una injusticia aún por cuestionar. Entonces, a pesar del debate, vaya lo uno por lo otro. 


Sus faenas carecieron de precisión. Estuvo bien. Concentrado, bien situado en terrenos matemáticos, muy torero en la personalidad que le define. También le falta dar naturalidad a su cuerpo y a sus maneras, ligar con claridad los pases que arranca a intervalos, y quizá terminar mejor colocado en los pases de pecho que, aunque arriesgados, concluyen fuera del sitio. El quinto toro fue el toro del examen. Expuso todo, hasta el final como queda explicado, pero a la faena de lucha feroz le faltó el sometimiento que exigía. 


Respecto a los dos compañeros de terna quedaron olvidados. El Cid porque pasó sin exponer un ápice con animales de poca trasmisión pero con almas cándidas que se dejaban sucumbir a vaivenes múltiples y el diestro parece de gira nuevamente por el desierto. Sobre Ángel Teruel es mejor no decir nada porque ni dice ni se espera circunloquio y lo que no toreó este hombre de apellido reluciente lo gritaba el progenitor desde la barrera del callejón. La imagen patética resultó hasta compasiva por tanta desmesura de amor paternal. Y si hablamos de toros, pues excepto el quinto, eran mamíferos bovinos de presentación inaudita, de resultados pobres, de casta ninguna, de flojedad apabullante, de identidad inclasificable. También, se debe hablar de dos subalternos de la cuadrilla de Fandiño, que pusieron técnica al segundo tercio al afamado quinto de la tarde. Lo único potable en facultad lidiadora.