miércoles, 19 de marzo de 2014

Previsiones a una temporada inédita

Que nos den… tila


Por Paz Domingo
A quienes les quede un poco de afición que les den… tila. A quienes sientan algo de nostalgia, aunque sea aséptica, por este vapuleado mundo de toros, que se vayan preparando una dosis letal, que les va a hacer falta. Y a quienes pretendan hacernos comulgar con este fantoche de fiesta, por favor, que tengan la amabilidad de meterse en vena un jeringazo de pulcritud. Veamos.

La situación es la siguiente. Empieza el revoloteo de ferias; presentación de carteles de lujo que no hay por dónde cogerlos ni comprarlos; comunicados personales que se hacen públicos; y públicos que no se entienden; grotescas presentaciones de temporadas que dan poco que hablar; programaciones que nacen para ser reinventadas y dar una lección a los incrédulos; modernidades varias que huelen a rancio desatino; plazas que no se llenan ni regalando la entrada; figuras que no atraen ni a las moscas; toritos buenos que dan la risa tonta; es un no parar…

De tanto ajetreo, llevo varios días a base de tisanas dobles y tan placenteros efectos están surtiendo que ya me da casi todo igual. Vamos, que me resbala lo que antes me inflamaba o, mejor dicho, que si se empeñan en pasar el rodillo para dejar la fiesta más rasa que una noche de verano pues ¡adelante!, que no será por falta de ancho de vía. Que quieren hacer la cosa de esta farsante manera, ¡pues tienen Castilla a discreción! Pero no me cuenten milongas. No me digan que de ese público tan rico, tan mono, tan influido de tendencias saldrá el futuro aficionado porque ha presenciado una faenita de un presunto Superman a un probable toro y en la cual el primero ha molido a mantazos con su capa roja al segundo, sencillamente porque se dejaba. No me digan que la escena les excita hasta el delirio porque para mí que se aburren como todo quisque, incluso más. No me digan que esta fiesta es emocionante cuando la realidad invita a pasarse a las líneas enemigas y pirómanas. No me digan que todo este empeño de los responsables políticos, empresariales y demás personajes del estamento taurómaco responde a la voluntad de poner en lugar seguro y cultural la fiesta de los toros cuando yo lo que veo es un caso incontestable de invalidez, ineptitud e indecencia.

Sí, sí, todo muy in. Insomne, impotente e indefenso está el aficionado, tanto como la fabulosa  fiesta de los toros incomprendida, incendiada y que languidece por inanición; tanto como todos los personajes que mienten y engañan con rotunda traición aunque no se les pueda llamar ingratos, insufribles e imbéciles. Pues nada, ya pueden darse un dosis extra de (in)fusión en salvase la parte torera. Tome tila, que es muy sana y muy barata, pues lo que tenga que ser, será. Y lo que será, queridos amigos, ya se ve: una plaza de toros sin toros y una fiesta de aficionados sin afición.